No hay Día de la Madre sin ramo de flores y, pese a que siempre puedes optar por los que vienen ya preparados, hacer uno propio tiene algo de especial. Es como el prêt-à-porter y la alta costura. Además, ¿hay alguna madre a la que no le gusten las cosas hechas a mano por sus hijos? Por eso aprender el arte japonés de los arreglos florales, el ikebana, puede resultar tan útil.
Para empezar, no hay que ser especialista en flores. “Todo el mundo puede participar en el ikebana, en cualquier lugar y en cualquier momento”, dice Kasia Borowiecka, propietaria de Cosmos & Plums Floral Studio. que dirige los talleres de ikebana. “Es una tradición que refleja a la persona que lo organiza: tú eres el artista y eliges los materiales que deseas utilizar. Se trata de crear algo bello con tus emociones y sentimientos y de recordarnos nuestra frágil conexión con la naturaleza”.
También conocido como “kado”, el ikebana en realidad se originó en China y Corea, pero llegó a Japón de la mano del budismo, cuando los monjes colocaban ofrendas florales en los altares de los templos. Con tres tallos principales juntos, el arreglo representa una relación armoniosa entre el cielo, el hombre y la tierra. “Es una composición en 3D”, explica Kasia. “Hay tres elementos importantes: altura, ancho y profundidad, y son las reglas principales que debes respetar. La asimetría es importante para enfatizar las líneas. La mayor diferencia respecto a los ramos occidentales, que tienden a amontonar los elementos, es el uso del espacio negativo, o MA como se llama en Japón. Es el concepto de “menos es más”, y el espacio negativo permite al espectador apreciar los materiales utilizados en el arreglo. Es como una pausa”.
CÓMO DOMINAR EL IKEBANA
Suena complicado, pero no lo es. Es una acción más pausada y meditativa que simplemente meter algunas flores en un jarrón. Para hacer un ikebana simple, necesitas un recipiente poco profundo, un kenzan para flores, un par de tijeras y las hojas y las flores que quieras usar. Si tu madre o tú tenéis una flor favorita, invierte en ellas, ya que estas exhibiciones tienen que ser personales. Si no tienes un vínculo fuerte con una flor en particular, elige algo de temporada para mostrar tu respeto por la naturaleza. Y recuerda que menos es más, solo necesitas unos pocos tallos para lograr una obra maestra, entre 5 y 13 de media.
Primero debes crear los tres tallos: piensa en la altura y el ancho, ya que será el punto focal y se encargará de crear el conjunto, un poco como el contorno de un dibujo. Puedes empezar con una rama y una flor alta, y añadir frutas o bayas como la rosa mosqueta. Una vez que te hayas decidido, coloca las flores en el kenzan: los alfileres perforarán el tallo y lo mantendrán en su sitio para que no tengas que preocuparte de que se caigan o se salgan del plato poco profundo.
Como pasa con todo, puedes inspirarte en mil cosas, pero el arreglo debe reflejar cómo te sientes. Echa un vistazo a Instagram o Pinterest para encontrar ideas. @cosmosandplums es el perfil de Kasia, que también recomienda @ikebana.sogetsu y @watara_ikebana para ver todo lo que puedes hacer.
NO TENGAS PRISA
Es cierto que puedes terminar en cinco minutos, pero es mejor dedicarle tiempo para crear tu ramo de manera consciente. Mira las formas, qué pétalos quedan mejor con las ramas y hojas que has elegido y pregúntate si te gusta cómo está quedando. “Me resulta muy relajante, porque te enseña a observar los materiales y analizar la mejor manera de mostrar su belleza. También nos enseña a encontrar lo bello en las imperfecciones y lo efímero (wabi-sabi)”, continúa Kasia.
También puedes crearlo directamente con tu madre si no te atreves a hacerlo solo. Hablad sobre las flores que queréis usar, qué os gusta de ellas y por qué os sentís atraídos por ese elemento en concreto. Además de conectar con la naturaleza y con vosotros mismos, hay muchas razones para probar el ikebana y desatar la creatividad que llevamos dentro.