5 lecciones de bienestar del arte japonés del kintsugi

En Japón existe una tradición centenaria que consiste en arreglar la cerámica rota con pegamento dorado: el kintsugi. Ollas rotas, tazas descascarilladas y platos imperfectos se convierten en elementos de belleza única. Esta fascinante filosofía japonesa no se aplica solo a las cosas rotas: descubre cómo el kintsugi te puede ayudar a restaurar la mente y el cuerpo.

 

Cuando se nos escapa un plato de las manos y se rompe contra el suelo, la mayoría de nosotros echamos mano de la escoba sin pensarlo y tiramos a la basura los trozos rotos. Pero en Japón, la gente reacciona de una manera mucho más profunda. En vez de considerar que el plato ha dejado de cumplir su propósito, los japoneses lo consideran más bonito y auténtico precisamente por haberse roto. No se limitan a tirarlo a la basura, sino que lo arreglan con un ejercicio mindful.

 

El arte del kintsugi se practica en Japón desde la Antigüedad. Significa literalmente “uniones doradas” y es el arte de reparar la cerámica rota con pegamento de tono dorado, que transforma lo roto en bello. Como homenaje a la rotura y a la reparación, las uniones doradas que pegan las partes rotas acentúan las imperfecciones que logran que este objeto resulte único.

 

El arte del kintsugi nos da una lección importante sobre la vida y el amor que nos tenemos a nosotros mismos. En su libro Kintsugi Wellness, Candice Kumai, chef y experta en bienestar, nos explica cómo esta antigua práctica japonesa es buena para la mente, el cuerpo y el alma. Te contamos lo que nos enseña el libro.

 

1. Acepta las imperfecciones

La vida nunca es perfecta y está en continuo cambio, pero esto no es algo malo. De hecho, debemos aceptar las imperfecciones y ver la belleza y la autenticidad que esconden. En Japón, esta idea se conoce como wabi-sabi. Kintsugi Wellness describe distintas maneras de introducir más wabi-sabi en tu vida: perdonar, dejar de compararte con otros, dejar de comprar cosas que no necesitas y fomentar la simplicidad y la modestia.

 

2. No escondas lo que se ha roto en ti

A menudo tendemos a ocultar las partes que se han roto en nosotros, porque no queremos parecer débiles o incompetentes. Pero el arte de kintsugi nos enseña a aceptar nuestras partes más rotas, puesto que son una muestra del camino único que hemos recorrido y de nuestra habilidad para crecer y recuperarnos. Acepta tus cicatrices y celebra las experiencias que tanto te han enseñado.

 

3. Transforma las dificultades en oportunidades

Todos tenemos que hacer frente al estrés y el dolor en algún momento, y especialmente cuando llegan de manera inesperada: despidos, rupturas de pareja, enfermedades, seres queridos que nos dejan. El kintsugi te ayuda a transformar las dificultades en experiencias que te hagan una persona más fuerte, sin importar de qué te estés recuperando o contra qué estés luchando.

 

4. Encuentra un equilibrio en tu dieta

El kintsugi se basa en encontrar y recuperar el equilibrio. Encuentra el tiempo para cuidarte y aportar a tu cuerpo lo que necesitas a través de una dieta equilibrada. Con una gran cantidad de verduras, productos de soja, ingredientes bajos en grasa, alimentos fermentados y té verde, la cocina japonesa es muy nutritiva y equilibrada. ¡Así no nos extraña que los japoneses tengan vidas tan largas!

 

5. Céntrate en tu círculo más cercano

Candice Kumai nos habla de un precioso concepto filosófico japonés llamado yuimari, que significa “círculo de personas”, para enfatizar la importancia de las conexiones con la gente que te rodea. Pasa tiempo con tus amigos y tu familia porque son los que siempre estarán ahí para ayudarte y sacar lo mejor de ti.