Independientemente de si eliges relajarte en la playa tomando el sol o si prefieres unas vacaciones aventureras con mochila y botas, es muy probable que allí donde vayas haya agua. Es como si nuestro subconsciente lo buscara sin que nos demos cuenta. El mar, los ríos, los lagos, los arroyos: en cuanto nos dan la oportunidad, salimos de la jungla de asfalto y corremos hacia la fuente de agua más cercana. ¿Por qué? Porque tiene la capacidad de accionar un interruptor interno que nos lleva del caos a la calma.
Y los estudios científicos apoyan esta idea. En Blue Mind: The Surprising Science That Shows How Being In, On or Under Water Can Make You Happier, Healthier, More Connected and Better at What You Do, el biólogo marino Wallace J. Nichols utiliza pruebas de comportamiento y neurofisiológicas para demostrar cómo se comporta el cerebro cerca del agua. Los resultados muestran un aumento sostenido de la felicidad, niveles más bajos de estrés y ansiedad, una frecuencia cardíaca y respiratoria más baja, además de mayores dosis de creatividad.
Un análisis de la revista Health Place también ha descubierto que quienes viven en la costa tienen una mejor salud física y mental que los que no, y un estudio reciente en Barcelona ha descubierto que los participantes que pasaban 20 minutos al día caminando en un “espacio azul” mostraron mejoras en su estado de ánimo, vitalidad y salud mental.
Los poderes milenarios del agua
La terapia con agua se usa desde los tiempos de Hipócrates como un tonificante vital. Hacia 1750 se empezó a recomendar la natación en el mar para curar enfermedades, indicando, además, que el invierno era el mejor momento para hacerlo. De hecho, los baños en el mar eran tan comunes durante el siglo XVIII que fueron el origen de las "ciudades costeras". La tendencia más reciente es el "espacio azul". En los últimos años, nos hemos centrado en los beneficios de sumergirnos en un espacio verde, como pasear por el bosque, pero ahora se presta más atención a las aguas azules que nos rodean.
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Según las Naciones Unidas, el 55 % de la población mundial vive actualmente en ciudades. Es probable que la mayoría de esas personas haya perdido el contacto con la naturaleza y que su vida se rija por la tecnología. Aquí es donde las acciones en la naturaleza pueden tener una repercusión fundamental. Algunos estudios también han demostrado que incluso solo las imágenes de entornos que contienen agua desencadenan una reacción positiva, una buena noticia si te encuentras a kilómetros de una fuente natural.
Una vez que hayas encontrado un espacio azul, puedes disfrutar del fenómeno “Blue Mind”, el término acuñado por Nichols: “Se me ocurrió un nombre para esta conexión entre el agua y los humanos: Blue Mind, un estado moderadamente meditativo caracterizado por la calma, la paz, la unidad y una sensación de felicidad y satisfacción general con la vida en ese momento. Está inspirado en el agua y los elementos asociados a ella, desde el color azul hasta las palabras que usamos para describir lo que sentimos al sumergirnos. Aprovecha las conexiones neurológicas formadas durante milenios, muchas de las cuales se están descubriendo ahora gracias a científicos innovadores y a tecnologías de vanguardia".
Cómo funciona la Blue Mind
Si estás junto al océano, tendrás la suerte de experimentar un asalto total a los sentidos. El flujo rítmico de las olas desestimula el cerebro y, cuando se combina con lo que vemos, tiene la capacidad de cambiar la frecuencia de nuestras ondas cerebrales y activar el sistema nervioso parasimpático, responsable de relajarnos y serenarnos. El aroma del aire del mar es otro detonante de esa sensación de tranquilidad, ya que los átomos de oxígeno cercanos al agua contienen un electrón extra. Inhalamos más iones negativos, que el Journal of Alternative Complementary Medicine sugiere que podrían usarse para tratar el trastorno estacional afectivo. Las inmersiones de las que habla Nichols, al estar en o cerca de espacios azules, también provocan un estado casi meditativo. Al centrarte en lo que te rodea, te obligas a estar presente, liberándote de las ataduras de la vida cotidiana, aunque sea durante solo un momento.
Por suerte, no necesitas un traje de neopreno o un apartamento con vistas al mar para sumergirte profundamente en el espacio azul según Nichols: "El agua puede darnos energía, ya sea de manera hidráulica, como hidratación, el efecto tonificante del agua fría en la cara o el frescor mental que nos ofrece el suave y rítmico ir y venir de las olas rompiendo contra la orilla".
Te damos cinco maneras sencillas de disfrutarlo…
Escucha al mar
Solo tienes que buscar en Google “aplicaciones océano” y encontrarás unas cuantas. Ocean Sounds, Relax Ocean, Calm te permite familiarizarte con la naturaleza, y en la sección Sleep - Soundscapes encontrarás de todo, desde Calming Aquascape (como en un jacuzzi de burbujas) hasta Babbling Brook o Distant Ocean Surf. Cierra los ojos y escucha el murmullo del agua: regula la respiración, lo que reduce los niveles de ansiedad y la negatividad. Los estudios también demuestran que nuestros cerebros determinan si los ruidos son una amenaza o no. A nivel de especie, interpretamos que el agua no es una amenaza, ni siquiera las olas más fuertes.
Natación silvestre
Hay una buena razón por la que la natación silvestre es ahora tan popular. Para empezar, lo que notas al sumergirte, esa sensación de libertad e ingravidez, parece que aumenta el flujo sanguíneo hasta el cerebro. Esto a su vez aumenta el suministro de oxígeno, glucosa y nutrientes para que funcione de manera óptima. Que las temperaturas heladas no te echen para atrás. El "choque hipotérmico" reduce las hormonas del estrés como el cortisol y estimula el sistema inmunológico y los niveles de dopamina para darte un subidón de felicidad. ¿Más ventajas? Cuando estás nadando, en soledad en medio de esa enorme extensión de agua, es como tener un letrero de "no molestar" alrededor del cuello. Sin distracciones ni interrupciones, todo lo que hay que hacer es concentrarse en cada brazada y respiración. Felicidad absoluta.
Encuentra tu fuente de agua
Todo tipo de agua sirve, así que si eres un urbanita, busca elementos acuáticos, canales, estanques, arroyos, cualquier lugar donde puedas ver el "espacio azul" y perderte por un rato: 20 minutos es lo ideal. Se trata de distraer la mente de la rutina diaria, así que busca fuentes de agua, escucha sus sonidos y disfruta de sus efectos meditativos. Y si no lo consigues, coge tu gel de ducha en espuma de Rituals y métete en el baño.
Invierte en pintura azul
Una de las razones por las que se dice que el agua tiene un efecto tan relajante en el cuerpo y la mente es por su color. Nichols cita un estudio de 2010 en Europa que mostró que la exposición a la terapia de luz azul aumenta las respuestas en áreas del cerebro que involucran la atención y la memoria, mientras que otras investigaciones han descubierto que el color azul estimula una mayor creatividad. Otros lo asocian con una sensación de calma y paz. Por eso, añadir un toque azul a tu hogar podría ser bueno para el alma. Si te cuesta dormir y desconectar, un color azul cielo fresco en el dormitorio te relajará, mientras que, si necesitas ser más creativo en la oficina de casa, un tono azul intenso podría ser justo lo que necesitas.
Date un baño
Aunque el agua fría tiene mayores beneficios, sumergirse en agua tibia también nos ayuda a relajar los músculos y la mente. Concéntrate en esa sensación de ingravidez, usa el cuerpo para crear un efecto ondulante y añade una pizca de The Ritual of Jing Magnesium Bath Crystals para relajarte, descansar y disfrutar de la sensación de la sal natural sobre la piel.