El cuerpo, la mente y el alma están unidos por una fuerza invisible: la energía. Descubrimos distintas fuerzas de energía, por qué son igual de importantes y por qué deben estar en equilibrio
Cuando piensas en qué es la energía, seguro que se te pasan muchas cosas por la cabeza. Y eso es justo como debe ser, porque, como dijo Albert Einstein, “Todo es energía y eso es todo lo que hay”. No hay una definición única de lo que es la energía (aunque los físicos darían la ecuación: energía = masa x la velocidad de la luz al cuadrado), pero cuando le damos una vuelta más, encontramos que tiene varias facetas bastante obvias y universales. A nivel literal, existe la energía física, la que necesitas para sobrevivir al día y que se logra a partir de alimentos, que son el combustible, y el ejercicio y el sueño, que se encargan de restablecer y recuperar las reservas de energía. Luego podemos hablar de energía mental, la que necesita el cerebro para tomar miles de decisiones cada día para lograr nuestros objetivos y que crea una constante carga mental. Por último, tenemos la energía espiritual, la más abstracta pero que está presente en todas las religiones, en el mundo y el entorno que nos rodea, así como dentro de nosotros mismos.
Lo que diferencia a la energía, además de sus distintos formatos, es que es infinita. Mientras estamos vivos, tenemos una reserva ilimitada de ella y además tenemos la capacidad de aumentar nuestros niveles de energía. Al hacer ejercicio con frecuencia y comer los alimentos correctos, mejorará nuestra resistencia. También podemos abrir la mente a planos superiores de energía espiritual, si queremos. Y pese a que muchos podemos pensar que tenemos un nivel de energía mental fijo, al cambiar determinados hábitos, podemos usarla de manera más eficiente, para cansarnos menos y ser más productivos.
Sigue leyendo para descubrir por qué, pese a ser un concepto tan complejo, la energía es el único elemento que nos une a todos.
¿Qué es la energía física?
La energía física es el movimiento del cuerpo para realizar una acción, ya sea hacer ejercicio, trabajar o simplemente ir del punto A al punto B. Es cuantificable y bastante objetiva. Hay un motivo claro por el que la energía física está tan vinculada con la mental. Cuando gastamos energía física, aumenta el flujo de sangre hacia el cerebro, lo que ayuda a la concentración y la memoria. El ejercicio además libera endorfinas, esas hormonas que nos hacen sentirnos bien y que son la manera de mejorar el estado de ánimo y el analgésico natural del cuerpo.
La cantidad de energía que usamos necesita controlarse, como explica el instructor de fitness Alcides Jackson: “Las endorfinas tienen un lado malo. Nos hacen sentir tan bien que hay gente que quiere darse un baño de endorfinas y hacer demasiadas cosas. Es importante usar la cabeza y asegurarse de que los niveles de energía están equilibrados. El nivel base de energía de cada persona es distinto, pero cuando hablamos de usar la energía para hacer ejercicio, lo normal son 15 minutos como mínimo y 75 como máximo. Cinco días a la semana es más que suficiente, además”. Tampoco nos recomienda largas sesiones de entrenamiento. “Dos horas de ejercicio constante son demasiadas. Lo que consigues es quemar demasiada energía. El cuerpo colapsará y necesitará más tiempo para recuperarse en comparación con alguien que haya hecho menos ejercicio pero que puede repetir antes”.
La energía física también tiene un lado un tanto irónico porque, cuando estás cansado, gastar energía es la mejor manera de recuperarse. “El motivo es que activa los neurotransmisores del cerebro y aumenta el nivel de endorfinas de nuevo”, afirma Jackson. Así que, aunque hacer ejercicio puede que sea lo último que te apetezca, es la mejor manera de recargar las pilas. Lo bueno es que no tiene por qué ser difícil. “Elige algo con un impacto bajo, como dar un paseo o hacer yoga. No es que no puedas hacer algo con un mayor impacto, como una sesión de HIIT, pero que sea breve”, recomienda.
¿Qué es la energía mental?
La energía mental es igual de objetiva y cuantificable que la física, pero, como ocurre en la mente, es más difícil de definir. Pero sigue siendo una forma de energía tangible e importante, como dijo Aristóteles: “La energía de la mente es la esencia de la vida”. El cerebro mide los aumentos y descensos del nivel de energía mental de distintas maneras. Son estos tipos de medidas los que han demostrado que nuestro cerebro no para de moverse y cambiar de forma. Cada vez que tomamos una decisión, procesamos una idea o aprendemos algo nuevo, las neuronas del cerebro se activan para establecer nuevas conexiones. De manera similar, varios estudios han demostrado que cuando estamos deprimidos, no nos sentimos bien o a medida que envejecemos, esa conexión de energía puede degradarse y desaparecer.
Pese a que tenemos unas cantidades ilimitadas de energía mental, también existe el cansancio cognitivo. “La energía mental puede parecer un recurso limitado para muchas personas. El motivo es que no la controlan y no la gastan de una manera que les resulte útil o les ayude”, explica la coach de vida Victoria Joy. “Cuando notamos que nos falta energía mental, tomar decisiones parece más difícil y hacemos las cosas sin una intención clara. De la misma manera, cuanta más energía tengamos, mejores decisiones tomaremos, de manera más sencilla y con mayor motivación para actuar de una manera acorde a dónde queremos llegar o al tipo de vida que queremos tener”.
Joy afirma que la clave para controlar la energía mental es tener unos hábitos positivos que te ofrezcan el control de la manera en que gastas tu energía mental.
¿Qué es la energía espiritual?
Independientemente de si somos religiosos o no o de si creemos en un “ser superior”, existe otra forma de energía que procede de más allá del cuerpo físico. Eso es lo que denominamos energía espiritual. “La energía espiritual es la energía de la vida,” afirma el instructor espiritual Gabriel Gonsalves. “Podríamos decir que el inicio de la energía tal y como la conocemos en nuestro mundo científico y moderno procede del big bang. En un determinado momento, algo explotó en miles de fragmentos y rayos de energía. El big bang es la esencia de la vida y la fuente de energía del universo. Pero nadie sabe realmente de dónde procede esa energía, no podemos encontrar su núcleo. Como afirman tantos textos espirituales, no tiene principio ni fin, por lo que muchas personas se refieren a esa fuente de energía como a Dios. Lo que es cierto, creas en lo que creas, es que la energía espiritual está en todas partes”.
La energía espiritual también está muy vinculada con la intuición. Por eso hay gente que puede entrar en una habitación y notar una emoción específica, ya sea buena o mala. Gabriel nos lo explica: “Somos seres de energía, nuestro sistema nervioso mueve impulsos eléctricos por todo el cuerpo y también es capaz de notar la energía del espacio y las personas que nos rodean. Transmitimos energía a las personas y el entorno, y recibimos energía de ellos también. Las emociones son una energía magnética, mientras que las ideas son energía eléctrica. Por eso a veces nos sentimos atraídos o repelidos por una persona. Hay distintos grados y cada persona funciona en frecuencias más altas o más bajas, por lo que no siempre somos capaces de notar la energía que nos rodea de la misma manera”.
Esta idea tiene puntos en común con el reiki. “El reiki busca equilibrar los chakras del cuerpo para alinear tu energía”, explica la sanadora de reiki Natali Kelly. “Los humanos somos grandes masas de energía y, como consecuencia, es importante tener cuidado con qué energía transmitimos y recibimos”. Cree, como Gabriel, que todos tenemos distintos niveles de conciencia respecto a la energía espiritual. “A menudo no estamos acostumbrados a conectar con nosotros mismos y nos cuesta identificar la energía que nos rodea. Pero ser capaces de canalizar la energía espiritual nos permite encontrar un equilibrio, mejorar nuestra capacidad de transmitir energía positiva y atraer lo que queremos en la vida, así como alcanzar nuestros objetivos”.
Tres consejos para empezar el día con energía
Empieza fuerte el día
“Completa las tareas que requieran una mayor concentración durante la primera parte del día, porque es cuando el cerebro mejor funciona”. No tiene nada que ver con ser una persona madrugadora o trasnochadora, se ha demostrado que los cerebros adultos funcionan con su nivel óptimo de energía por las mañanas. “Lidia con una tarea o una conversación difícil por la mañana y deja lo que puedas hacer con el piloto automático para la tarde”, recomienda Joy.
Sonríe más a menudo
“Sonreír activa pequeñas moléculas del cerebro que están diseñadas para acabar con el estrés”, explica Kelly. “Esas moléculas facilitan la comunicación entre las neuronas del cerebro y liberan dopamina, endorfina y serotonina”, las hormonas de la felicidad. “Al sonreír con mayor frecuencia, el cerebro creará un patrón optimista y esa energía se transmitirá a los que nos rodean”.
Levántate y ponte en marcha
“En general, el mejor momento para hacer ejercicio es a primera hora de la mañana. El cuerpo está descansado después de dormir y tenemos mucha energía. También muchas investigaciones demuestran que, si haces ejercicio por la mañana, mejor incluso si lo haces con luz natural, dormirás mejor por la noche. Además, así serás más constante con tus entrenamientos, otro punto a su favor”, afirma Jackson.
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