La fascia: el secreto para sufrir menos dolores, mejorar la postura y reducir el estrés

¿Quieres descubrir lo que es la fascia? Descubre cómo cuidar este tejido conectivo tan importante para sufrir menos dolores, mejorar la postura y reducir el estrés con nuestra guía experta.

Desde hace unos años, la fascia se ha puesto de moda en el mundo del bienestar, y la verdad es que no nos sorprende. Este tejido, tantas veces olvidado, juega un papel clave a la hora de gestionar el dolor, mejorar la postura e incluso reducir el nivel de estrés. Sin embargo, para muchos de nosotros sigue siendo un misterio. ¿Qué es y cómo debemos cuidarla?

 

Esta guía nos cuenta en qué consiste, cómo cambia con el tiempo y nos da prácticos consejos para mantenerla sana y potenciar nuestro bienestar en general. ¿Todo listo para descubrirla?

 

¿Qué es la fascia?

En pocas palabras, la fascia es el tejido conector del cuerpo que ayuda a que todo funcione correctamente. Está mayormente compuesta de colágeno y hay cuatro tipos principales: fascia subcutánea (debajo de la piel), fascia profunda (alrededor de los músculos), fascia visceral (que rodea a los órganos) y fascia parietal (en el interior de determinadas zonas del cuerpo, como el pecho y el abdomen).

 

“Muchas veces se define la fascia como una membrana de tejido conectivo que rodea nuestros órganos, huesos, vasos sanguíneos, fibras nerviosas y músculos” explica Eloise Skinner, instructora de fitness, fisioterapeuta y psicoterapeuta. Dicha membrana hace de soporte para cada estructura individual y a la vez las conecta, para que el cuerpo funcione como un todo.

 

Cuando está sana, la fascia es flexible y elástica y facilita el movimiento. Pero el estrés, las lesiones o la inactividad pueden hacer que se tense y provocar una rigidez parecida a los dolores musculares.

 

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Cómo y por qué cambia la fascia

La fascia cambia de manera natural con el paso del tiempo y se vuelve más rígida. “Con la edad, la fascia se puede endurecer y resultar más rígida y gruesa, lo que a su vez puede derivar en problemas de movilidad y en malestar”, afirma Skinner. Pero la edad no es lo único que repercute en la fascia, los niveles de actividad, de estrés y la postura también influyen en ella.

 

“No moverse con la frecuencia adecuada, una mala postura o alineación y, sorprendentemente, los cambios emocionales, también pueden afectar a la fascia. Por ejemplo, diversos estudios han revelado que la depresión o el estrés prolongado pueden hacer que se vuelva más rígida y reducir su elasticidad”.

 

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Cómo detectar los síntomas de una fascia rígida

 

El dolor fascial muchas veces se confunde con el dolor muscular o de las articulaciones, por lo que es difícil de detectar. Pero, si los dolores no remiten, puede que sea necesario volver a evaluar los síntomas.

 

La rigidez causada por la fascia normalmente se manifiesta como agarrotamiento o malestar general, especialmente por la mañana o después de largos periodos de inactividad. “Si te duelen los músculos o las articulaciones, pero el dolor remite al hacer ejercicio, es posible que estemos hablando de la fascia”, señala Skinner. “La inflamación fascial intensa puede derivar en problemas como síndrome de dolor miofascial, con dolores en determinados grupos musculares, como el cuello o la parte baja de la espalda”.

Los principales síntomas relacionados con la fascia a los que hay que prestar atención incluyen:

 

  • Rigidez muscular persistente: la fascia rígida puede parecerse al agarrotamiento muscular, pero que no mejora con estiramientos frecuentes, especialmente en zonas como el cuello, los hombros o la parte baja de la espalda.
  • Dolor al moverse: la fascia limitada puede provocar malestar durante el movimiento, ya que la rigidez restringe la capacidad de moverse.
  • Frecuentes dolores de cabeza por tensión: una fascia rígida en la parte superior del cuerpo, especialmente en el cuello y los hombros, puede provocar dolores de cabeza por la tensión.
  • Síndrome de dolor miofascial (SDM): esta patología se caracteriza por la presencia de “puntos gatillo” o nudos fasciales en grupos musculares específicos.
  • Rango de movimiento reducido: la fascia rígida puede reducir la flexibilidad, especialmente en las caderas, la parte inferior de la espalda y los hombros.
  • Fascitis plantar: la fascia rígida en el pie puede derivar en la inflamación de la zona de la planta, causando dolor en el talón.

 

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Trucos caseros para cuidar de la fascia

Puedes empezar a cuidar más la fascia desde ya mismo, con unas sencillas técnicas y estiramientos que puedes hacer en casa para aliviar la tensión y fomentar tu bienestar general, además del de la fascia. Alerta de spoiler: el yoga para potenciar la flexibilidad y los masajes son la clave.

 

  1. Masaje corporal con Gua Sha: utiliza una piedra Gua Sha en los músculos de la espalda, los hombros y las piernas para fomentar la circulación y reducir la rigidez.
  2. Estira con el “Perro boca abajo”: Skinner recomienda esta postura de yoga para estirar la fascia de las piernas y los pies. Sube las caderas, dirige las manos y la cabeza hacia el suelo y pedalea con las piernas para profundizar el estiramiento. Nuestra sesión de yoga para principiantes es un buen punto de partida. 
  3. Un rollo de espuma en la parte inferior de la espalda: túmbate boca arriba con un rollo o rulo de espuma en la parte inferior de la espalda. Sube las rodillas hacia el pecho y mueve las caderas de lado a lado.
  4. Una pelota de tenis para los pies: uno de los ejercicios favoritos de Skinner es para la fascia plantar. Rueda una pelota de tenis por el arco del pie, parándote en los puntos más agarrotados para liberar la tensión.
  5. Estiramiento “Gato-vaca”: a cuatro patas, alterna entre una columna vertebral redondeada y arqueada, para estirar la fascia de la espalda.
  6. Estiramiento para el flexor de la cadera: agárrate a alguna superficie para ayudarte, carga el peso en una pierna y tira del otro talón hacia los glúteos para estirar la fascia de la cadera. En este caso, Skinner recomienda agarrarse a una superficie para no perder el equilibrio.

 

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Terapias fasciales y sus beneficios

Aunque los métodos caseros son una manera estupenda de cuidar la fascia desde la comodidad de tu casa, en los casos de dolor intenso o prolongado, lo mejor es buscar una terapia fascia profesional. “La terapia fascial puede seguir distintas estrategias, pero normalmente conlleva estiramientos y maneras de liberar la rigidez de los tejidos fasciales”.

 

“Estirar la fascia puede mejorar la circulación, para llegue más sangre a los músculos, se reduzca la tensión y se tenga un mejor rendimiento en el ejercicio. También puede mejorar nuestro rango de movimiento, para movernos más fácil y cómodamente, y reducir el riesgo de lesionarnos”.

 

Para encontrar un terapeuta fascial profesional cerca de ti, busca especialistas en fisioterapia, terapia con masajes u osteopatía. Muchos terapeutas fasciales ofrecen tratamientos personalizados según las necesidades individuales. Investiga online, lee las reseñas y pide recomendaciones para encontrar un profesional de confianza en tu zona.

 

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Amy Lewis

Amy Lewis

Amy Lewis es una editora de belleza del Reino Unido con más de 12 años de experiencia escribiendo para webs y revistas, como Marie Claire, Stylist, Who What Wear y Byrdie. Le apasiona todo lo relacionado con el cuidado de la piel, el bienestar y los viajes, y darse un baño es uno de sus pasatiempos favoritos.