La contaminación es un tema candente en el mundo del cuidado de la piel. Los expertos se han dado cuenta de que la contaminación no es solo mala para nuestra salud en general sino que es especialmente nociva para la piel. Cuando hablamos de contaminación y piel, nos centramos en los contaminantes del aire: humo de los coches, suciedad, polvo y componentes químicos que flotan a nuestro alrededor, invisibles a simple vista pero igual de nocivos.
Contaminación: el enemigo de la piel
Aunque el sol aún se lleva el premio al peor enemigo de la piel, cuando hablamos de factores medioambientales, la contaminación no se queda atrás. La contaminación tiene un efecto acumulativo en la piel. El aire está lleno de partículas contaminantes en suspensión, que atacan la barrera protectora de la piel, la debilitan con el tiempo y consiguen que la contaminación se adentre en ella y produzcan estragos.
Para tener una idea del tamaño de estas partículas, el diámetro de un cabello es unas 30 veces mayor que la partícula en suspensión más grande. ¡Son minúsculas! Muchos problemas relacionados con la piel, como falta de luminosidad, poros abiertos, rojeces, sensibilidad e incluso acné, o bien están causados por dichas partículas o su presencia los empeora. Una encuesta publicada en el Journal of Investigative Dermatology afirma que los altos niveles de dióxido de nitrógeno (uno de los principales contaminantes relacionados derivados del tráfico) pueden estar vinculados a la aparición de manchas y pigmentaciones. Además, la contaminación causa daños oxidativos e inflamaciones en la piel, lo que puede acelerar también el envejecimiento. “La contaminación presenta muchos radicales libres, de ozono y óxidos, por ejemplo, que pueden dañar la piel y acelerar el proceso de envejecimiento. Además, si respiramos demasiado monóxido de carbono, puede bajar el nivel de oxígeno, lo que envejece la piel de una manera similar a si fumáramos”, afirma el doctor Adam Friedmann, dermatólogo asesor de The Harley Street Dermatology Clinic.
Además del envejecimiento general de la piel, la contaminación también influye en problemas más específicos de la piel. “El humo del tráfico contiene muchos irritantes y puede empeorar la dermatitis y otros problemas de la piel, como eczemas”, añade.
Son palabras que suenan alarmantes, pero que no cunda el pánico: existen maneras sencillas y eficientes de evitar la contaminación y eliminarla de la piel.
Contaminación: plan de acción
Cuando hablamos de luchar contra la contaminación, se necesita una estrategia de cuidados en tres partes: limpiar, exfoliar y proteger.
1. La limpieza es clave para eliminar tantas partículas irritantes como sea posible. Para ello, es buena idea realizar una limpieza doble todas las noches. Opta por limpiadores suaves e hidratantes, como bálsamos, leches o aceites, en vez de jabones, que pueden resultar agresivos. Con una piel sana y feliz tenemos la mitad del camino recorrido cuando hablamos de contaminación. Los urbanitas están más expuestos a la contaminación que los que viven en zonas más rurales, pero ninguno de nosotros somos inmunes a las consecuencias que tiene sobre la piel. Por eso es importante limpiarla bien, sin importar dónde vives.
2. “Una suave exfoliación en la ducha o el baño ayuda a eliminar los restos de contaminación de la piel,” afirma Friedmann. Usa el Skin Brightening Face Exfoliator al menos dos veces por semana. También puedes usar el guante exfoliante Kessa para eliminar la suciedad y la contaminación de la piel.
3. Una buena hidratante que proteja la piel resulta también clave. Debe contener antioxidantes y estar diseñada para cuidar la barrera de hidratación de la piel. Comprueba la lista de ingredientes de tu crema de día. Si tiene glicerina entre sus primeros componentes, es la que buscas. La Radiance Anti-Aging Day Cream tiene flor de azafrán, un potente antioxidante, que ayudará a neutralizar algunos de los dañinos radicales libres presentes en la contaminación. La glicerina también ayuda a hidratar la piel y reforzar sus defensas naturales.
Combatir la contaminación con un hogar sano
Cuando nos sentimos sanos y felices nuestro cuerpo está mejor preparado para protegerse de agresiones exteriores, como la contaminación. Intenta realizar actividades que reduzcan el estrés, como el yoga, la meditación, el dibujo o los paseos. Asegúrate de que duermes lo suficiente y haz que sea una prioridad: si estás descansado, tu cuerpo podrá protegerse de manera más eficiente.
Es muy fácil aplicar antioxidantes de manera tópica, pero también es importante reforzar la protección ingiriéndolos. “Una dieta sana, con muchas verduras y ensaladas, se encargará de absorber los radicales libres y mejorará el aspecto y el tacto de la piel”, explica Friedmann. Recuerda comer de todos los colores, con una amplia variedad de frutas y verduras.
Por último, llena tu casa de plantas. ¡Sí, plantas! Un estudio de la NASA sobre qué vegetales purificaban mejor el aire de nuestros hogares afirma que plantas como la flor de la paz, el bambú o la enredadera son muy eficientes a la hora de eliminar los agentes contaminantes que se suelen encontrar en productos de limpieza y telas sintéticas.
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