Descubre cómo repercuten en (casi) todo, desde el sueño hasta los niveles de energía y el estado de ánimo
Las hormonas femeninas se comportan de una manera peculiar. Fluctúan de manera distinta en cada década, ya sea en la pubertad, la menstruación, los embarazos, la perimenopausia o la menopausia, provocando una montaña rusa con repercusiones tanto físicas como mentales. Cuanto más sepamos sobre ellas, mejor podremos gestionar las expectativas, porque tanto si se trata de un subidón de energía o unos dolores insoportables, el comportamiento de las hormonas puede afectar a todos los aspectos de la vida diaria.
Ahora que son objeto de más investigaciones y el tabú en torno a la salud femenina empieza a desaparecer, tanto la sociedad como las empresas están reconociendo que los cambios hormonales son un tema que debe tomarse muy en serio. “España, por ejemplo, ha introducido un precedente muy avanzado con la baja menstrual pagada para las mujeres que sufren reglas dolorosas, reconociendo así el impacto de la salud menstrual en la productividad y el bienestar de las mujeres”, explica Laura Dowling, farmacéutica, fundadora de los suplementos FabU y presentadora de un pódcast que ofrece un debate en profundidad respecto a los problemas de salud de las mujeres.
“Además, las mujeres que están atravesando la fase de perimenopausia o menopausia son el segmento de la población trabajadora que más rápido está creciendo. Por eso, muchas empresas se están dado cuenta de la importancia de implementar políticas relacionadas con la menopausia que ayuden a las mujeres, para no perder su experiencia ni sus conocimientos”.
El hecho de abordar los síntomas y ofrecerles ayuda a reducir el riesgo de que las mujeres se jubilen con antelación o hagan un parón en sus carreras profesionales, lo que podría afectar de manera negativa a su salud mental. Además, al reducirse el estigma asociado con ellas, también podemos tener debates más abiertos y en profundidad sobre el tema. Ya sea con pódcasts que proporcionan datos clave y comentarios de expertos o con apps como Clue y Flo, que te permiten llevar un registro y controlar los síntomas y las sensaciones, las mujeres pueden aprender todo lo necesario sobre las hormonas para tomar las riendas de su destino y decidir desde el conocimiento en relación a cualquier aspecto de sus vidas: desde cuándo hacer ejercicio y socializar hasta qué suplementos les serían de ayuda o cuándo deberían dormir más.
A continuación, exploramos los aspectos positivos y también los negativos del ciclo hormonal de cada etapa, desde la pubertad hasta el embarazo, la perimenopausia y la menopausia.
Las hormonas durante la pubertad
Tanto la pubertad como el ciclo menstrual empiezan en el cerebro, explica la experta en salud hormonal Natasha Richardson, que también es fundadora de Forage Botanicals. “Una hormona llamada gonadotropina libera hormonas que se acumulan gradualmente durante los años previos a la primera ovulación y que le indican al cuerpo cuándo madurar. Por eso podemos detectar otros signos de la pubertad antes incluso de la llegada del periodo”, explica.
Estas hormonas, que causan la producción de estrógeno y progesterona, son las que ayudan con aspectos como el crecimiento de los senos, el vello corporal y el inicio del ciclo menstrual. “Mucha gente no es consciente de que los ovarios también producen testosterona, que juega un papel clave en la masa muscular, los niveles de energía y el desarrollo físico en general”, afirma Laura.
Una vez se inicia el periodo, las fluctuaciones físicas mensuales conllevan también en muchos casos una carga mental que va desde la irritabilidad y la sensibilidad hasta la vergüenza. “Una mayor sensibilidad y percepción del propio yo son ejemplos de los cambios psicológicos que se producen durante la pubertad”, afirma Smita Sinha, ginecóloga adjunta en Serenity Women’s Clinic. “El síndrome premenstrual también es un diagnóstico real y afecta a muchas mujeres en distintos niveles. Combina una serie de síntomas emocionales, físicos y psicológicos durante los días previos a la menstruación y están vinculados con cambios en hormonas como el estrógeno y la progesterona, que afectan a la química de nuestro cerebro”.
Por suerte, cada vez más gente está dejando a un lado el estigma asociado con el periodo y empieza a hablar sobre el tema. “El periodo es una cuestión rodeada de secretismo y negatividad en algunos grupos de edad, pero la generación Z está avanzando mucho en este sentido, gracias a anuncios con un lenguaje positivo y que derriban los tabúes para normalizar el tema”, admite Natasha.
Laura también señala que una mayor educación y un debate sincero ayudarán a reducir los estigmas, para que todo el mundo esté mejor informado y se sienta seguro, menos avergonzado o reacio a la hora de hablar de cómo se sienten.
Las hormonas durante el embarazo
Al igual que ocurre con el periodo, cada embarazo es un mundo: hay mujeres que están radiantes, mientras que otras se sienten muy incómodas, con cambios de humor y problemas en la piel. “Durante el embarazo, el cuerpo experimenta un aumento de varias hormonas clave, incluido el estrógeno, la progesterona y la gonadotropina coriónica humana (GCH). Sus niveles aumentan considerablemente para ayudar al bebé a crecer, mantener el revestimiento uterino y preparar el cuerpo para el parto y la lactancia”, señala Laura. “Estas hormonas también ayudan a mejorar el flujo sanguíneo hacia el útero, a relajar los músculos para adaptarse al crecimiento y a estimular el desarrollo de los tejidos mamarios”.
Este aumento de hormonas puede traducirse en una inyección de energía en algunos casos, que aporta una sensación de bienestar y una piel radiante, fruto de la mejora en la circulación y los cambios en la piel. “Muchas mujeres, especialmente durante el segundo trimestre, se sienten con más energía y con menos síntomas como las náuseas matutinas. Notan más vitalidad”, añade.
Sin embargo, no todas las mujeres lo viven así, ya que los cambios hormonales también pueden tener efectos secundarios difíciles. “El aumento del estrógeno puede derivar en una mayor ansiedad y cambios de humor en algunas mujeres, así como cansancio, náuseas y problemas cutáneos como el melasma o el acné”, explica Smita. “Algunas mujeres también sufren efectos más adversos, como la diabetes o hipertensión gestacionales. Además, los niveles más elevados de progesterona pueden causar problemas como reflujo gástrico, hinchazón y estreñimiento, con la consiguiente incomodidad física”.
El aumento de la progesterona permite al cuerpo expandirse como no lo había hecho antes y, pese a ser fundamental para el embarazo, también puede traducirse en dolores y problemas con las articulaciones. Si no disminuye, puede derivar en diástasis de la sínfisis del pubis o dolor de cintura pélvica. Por suerte, se puede tratar con terapia física y prendas de sujeción adecuadas, afirma Natasha.
Otras opciones para reducir y eliminar los efectos secundarios del aumento de las hormonas son un descanso apropiado, comer poco pero con más frecuencia para regular los niveles de azúcar en sangre, el té de jengibre, reducir la ingesta de sodio y usar almohadas especiales para estar más cómoda. En esta fase, también es importante contar con la ayuda de amigos, familiares y grupos de apoyo.
Las hormonas durante la perimenopausia/menopausia
A diferencia de los ciclos regulares que siguen un patrón mensual más predecible y el embarazo con su aumento del nivel de hormonas, la perimenopausia es como subirse a una montaña rusa hormonal, pero, además, impredecible y errática. “Los niveles de estrógeno, progesterona y testosterona suben y bajan de manera descontrolada, asentándose con el tiempo en un nivel más bajo. Hasta que no pase un año desde el último periodo no podemos saber si este trajín de hormonas se ha detenido por completo y hemos alcanzado por fin ese nivel hormonal definitivo, inferior con respecto a las etapas vitales anteriores”, explica Natasha.
El comienzo y la duración de la perimenopausia (que suele ser de entre uno y ocho años) cambia de una mujer a otra. “Algunas mujeres empiezan a notar síntomas a partir de los 40, mientras que otras puede que no noten ningún cambio hasta que no están más cerca de los 50”, aclara Laura. “En este punto, los cambios hormonales no solo pueden conllevar periodos con un sangrado mayor, menor o más esporádico. Pueden producirse los denominados ‘sofocos’ y sudores nocturnos a causa de las fluctuaciones del nivel de estrógeno, que afectan a la capacidad del cuerpo para regular la temperatura. Los cambios de humor y la ansiedad son fruto de las variaciones de estrógeno y progesterona, que afectan a los neurotransmisores del cerebro. Podemos tener más dificultades para dormir o sufrir directamente de insomnio. Los cambios físicos derivados de la reducción de estrógeno afectan a la elasticidad de la piel, la salud de las articulaciones, puede haber un aumento de peso y síndrome genitourinario de la menopausia, un síntoma frecuente pero ignorado que incluye sequedad vaginal, irritación e incomodidad, así como síntomas urinarios como la urgencia para orinar y las infecciones. El síndrome genitourinario de la menopausia se produce debido a que los tejidos vaginales y urinarios se vuelven más finos a medida que se reduce el nivel de estrógeno”.
Los suplementos como el calcio, la vitamina D y el magnesio son un buen remedio para ayudar con la salud ósea y el sueño. Los omega 3, las vitaminas del grupo B e incluso los hongos funcionales también se ha demostrado que ayudan a aliviar varios efectos secundarios de la perimenopausia y la menopausia. La terapia hormonal sustitutiva también puede resultar útil para gestionar los síntomas, porque reponen el descenso de los niveles hormonales, y las terapias con estrógeno tópico ayudan con el síndrome genitourinario de la menopausia en concreto.
La menopausia se produce cuando pasan 12 meses desde el último periodo. Es el final de la fluctuación hormonal y el punto en el que el estrógeno y la progesterona caen de manera significativa y se estabilizan en unos niveles bajos. Como es comprensible, la ausencia de estas hormonas conlleva una serie de síntomas. “Sofocos, problemas para dormir, cambios de humor y una menor densidad ósea son efectos secundarios que pueden repercutir en el día a día”, comenta Smita.
El síndrome genitourinario de la menopausia puede seguir siendo un problema, así como el debilitamiento del cabello y la sequedad de la piel derivada de la falta de estrógeno. Esto también puede afectar a la salud cardiaca, porque el estrógeno ayuda a mantener sanos los vasos sanguíneos. Muchas mujeres menopáusicas señalan también falta de claridad mental y pérdida de memoria como consecuencia de los cambios hormonales.
Afortunadamente, las investigaciones actuales que se realizan en torno a la menopausia y los cambios hormonales nos ayudan a contar con más herramientas para gestionar la regulación de las hormonas. “Los estudios más recientes han señalado la importancia de los alimentos: una dieta rica en frutas, verduras y ácidos grasos omega 3 ayuda a mejorar el equilibrio hormonal. También se ha demostrado que determinados extractos naturales pueden ser de ayuda”, afirma Laura.
Cada vez hay más estudios, debates y apps que ayudan a llevar un control sobre los ciclos y las fluctuaciones, por lo que parece que por fin la salud de la mujer está saliendo de las sombras.
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