Cómo no sentirse culpable por no hacer nada

El autocuidado y reducir el ritmo son el mejor antídoto para el agotamiento: te enseñamos a relajarte de verdad. 

Sabemos que nos hemos convertido en una sociedad en la que desconectar, descansar y no hacer nada se ve como algo impensable. Nos sentimos culpables, incluso cuando nos damos cuenta de que estamos al borde del agotamiento, y echarnos una siesta o reservar un tiempo para ir a clase de yoga nos parece un lujo. Siempre estamos activos y, si no los estamos, nos sentimos culpables. 

 

“El auge de una cultura de la prisa que glorifica estar siempre ocupado/a y ser productivo/a en todo momento ha contribuido significativamente a la culpa asociada con no hacer nada. En muchas sociedades, el valor personal y el éxito a menudo se miden por el nivel de actividad o por lo que producimos, lo que conduce a una mentalidad colectiva que equipara el descanso con la pereza o la improductividad”, explica Brittany Hunt, terapeuta clínica de la clínica Les Alpes. 

 

También nos han metido en la cabeza la idea de que “podemos” hacerlo todo, una expectativa que muchos intentamos cumplir. Todo ello nos hace estar muy, muy cansados. “Hemos glorificado el concepto de que podemos hacer y ser cualquier cosa, y las redes sociales han contribuido a ello: vemos a nuestros amigos y a los demás constantemente haciendo cosas, probando nuevos hobbies o asistiendo a infinidad de eventos. Parece no terminar nunca”, admite Ruth Cooper-Dickson , experta en psicología positiva. 

 

Sin embargo, cuanto más nos negamos ese descanso que podría salvarnos del agotamiento, más rápido nos acercamos a él. Según la psicoterapeuta y escritora Tasha Bailey, no deberíamos sentir la necesidad de “merecer” el descanso. “No es necesario ganarlo ni regalarlo. Tenemos que aprender que el descanso es una necesidad humana básica y comenzar cada día atendiendo nuestras necesidades antes de ocuparnos de cualquier otra persona o cosa”, recomienda. 

 

Este es el concepto detrás de “Bare Minimum Monday’s ” o “lunes del mínimo indispensable”, un término acuñado por la fundadora y creadora digital Marissa Jo que comienza las dos primeras horas del lunes ocupándose de las tareas administrativas que no pudo completar el fin de semana, yendo a una clase de gimnasia o haciendo la compra. Básicamente, esas necesidades básicas que, una vez completadas, le permitirán concentrarse en la semana que tiene por delante. Es cierto que el término ha resultado un poco controvertido (un poco como ese quiet quitting que anima a no trabajar más allá de las horas de tu contrato), y algunos críticos afirman que la idea del “mínimo imprescindible” es demasiado cercana a “no hacer lo suficiente”. Pero, según Jo y quienes siguen su ejemplo, se trata simplemente de lograr el equilibrio adecuado entre cumplir con las obligaciones laborales urgentes, así como con las tareas de bienestar general que garantizan que te encuentres lo suficientemente preparado/a para comenzar la semana laboral. 

Libérate de la presión 

Gran parte de la presión que nos imponemos a nosotros mismos puede tener su origen en nuestra infancia, donde siempre nos animaban a hacer más, a ser los mejores o a trabajar más duro. Los expertos se han dado cuenta de que es algo generacional y de que los más jóvenes tienen más probabilidades de poner límites sanos con amigos, familiares y jefes sobre lo que se espera de ellos. “Como milenials, crecimos pensando que no hacer nada es igual que procrastinar, pero las nuevas generaciones, especialmente la generación Z, se están esforzando por establecer más límites para cambiar la anticuada perspectiva del éxito”, dice Dalila Salgueiro, coach de psicología positiva y fundadora de la aplicación Manifesting. “Reconocen que nuestros cerebros son una máquina que también necesita descansar para rendir al máximo. Y recuerda: si la mente no te deja algo claro, tu cuerpo se encargará de hacerlo. Muchas enfermedades, como las autoinmunes, son consecuencia de la falta de descanso, pero muchos tendemos a ignorar las señales que el cuerpo intenta mandarnos”. 

Descansa de verdad 

Puede parecer una locura, pero igual que cuando deseas implementar un nuevo hábito, como apuntarte a una clase para hacer ejercicio, es bueno incluir tu tiempo de descanso en tu plan para el día. De esta forma, se convertirá en una parte obligatoria de tu horario. “Necesitamos ponernos límites saludables a nosotros mismos, lo que requiere aprender cuándo y cómo decir que no a tu necesidad de trabajar y sí a tu necesidad de descansar. Utiliza alarmas, calendarios y encuentra amigos que te ayuden a asegurarte de que descansas de verdad”, continúa Tasha. 

 

Una idea: si tienes un compañero/a de trabajo o de gimnasio que tiende a sentirse culpable cuando desconecta, ¿por qué no os ponéis como objetivo aseguraros mutuamente de que la otra persona descanse adecuadamente?  

 

“Planifico mis descansos y los considero algo no negociable, no solo respecto a los demás sino también conmigo misma”, dice Ruth. “Se trata de darte permiso para aceptar lo que necesitas y aprovechar ese tiempo. El descanso también tiene muchas formas y tamaños. Puede ser sensorial, como no estar en lugares ruidosos o cerca de personas, puede ser un descanso mental, es decir, no trabajar, o un descanso físico, como dormir siestas, practicar yoga Nidra o tumbarse en el sofá. Un gran consejo es no tener un objetivo para lo que estés haciendo, incluso si es un hobby: hazlo solo por diversión. Puede que se te dé fatal la jardinería, pero estar al aire libre durante una hora puede hacerte sentir más presente y conectado con la naturaleza”. 

Deja de hacer mil cosas a la vez  

Para muchos, especialmente para las mujeres, hacer varias cosas a la vez no solo se ve como algo de lo que estar orgullosos y que destaca nuestra capacidad de hacer malabares con todo, sino que también es una necesidad. Pero este ciclo de trabajo y tareas continuas te impide centrarte en tu bienestar general. “Hacer muchas cosas a la vez, de manera compulsiva, puede ser una señal de que nuestro sistema nervioso está atrapado en una fase de ‘luchar o huir’, lo que se traduce un alto nivel de nerviosismo y alerta”, explica Tasha. Por este motivo, debemos añadir pequeños momentos de descanso y tiempo de inactividad. Brittany sugiere técnicas como ejercicios de respiración profunda o meditaciones cortas para volver a centrar la atención y reducir la necesidad de realizar múltiples tareas constantemente. También son muy fáciles de incluir en la jornada de trabajo. 

 

Si tienes más tiempo, piensa en lo que realmente te gusta hacer y que te ayuda a desconectar y dirige ahí tu energía. “Si salir a correr, bailar con tu música favorita, dibujar, etc., es lo que te ayuda a producir adrenalina y cortisol, con esas actividades engañarás al cerebro para que crea que ya has completado tu fase ‘luchar o huir’ y tus ciclos de estrés y tu cuerpo pasará de manera natural al modo de ‘descanso y digestión’, mucho más relajado”, explica Tasha. 

 

Por supuesto, no siempre es fácil. El deseo de lograrlo a menudo supera el deseo de no hacer nada, pero debes repensar tu tiempo de inactividad y verlo como una manera de cuidar de ti y de los que le rodean. Si estás bien descansado, es probable que funciones mejor en todos los aspectos de tu vida. “La culpa es una emoción muy poderosa que consume mucha energía, pero animo a las personas a ser compasivas y a reducir los pensamientos y juicios negativos hacia uno mismo y, en su lugar, apostar por la curiosidad”, dice la doctora Alicia Ray, psicóloga y terapeuta de yoga. “Requiere valentía, pero si decides descansar, hazlo bien. Recarga las pilas y volverás como una persona nueva”. 

Becci Vallis

Becci Vallis

Becci Vallis es periodista de salud y belleza desde hace 17 años y ha escrito para publicaciones como Grazia, Stylist, Cosmopolitan y Red. Apasionada de la sostenibilidad y de cómo la industria puede poner freno a la contaminación, cuando no está paseando a su perro o escribiendo artículos, puedes encontrarla boxeando, haciendo yoga o cocinando un festín vegetariano. El postre es una rutina diaria que nunca piensa abandonar.