¿Cuándo fue la última vez que dijiste no a algo por miedo? ¿Te has perdido alguna vez un viaje por miedo a subirte a un avión? ¿No has dado una charla porque tenías que hablar en público? ¿Se te ha escapado un ascenso porque no se lo has pedido a tu jefe? Si no controlamos nuestros miedos, son ellos los que acaban controlando nuestras vidas. Al afrontarlos, podemos aprovechar todo nuestro potencial y aprender a ser felices de verdad.
En su libro El algoritmo de la felicidad, Mo Gawdat nos presenta una estrategia de siete pasos para hacer frente a los miedos. Los miedos son limitaciones y una vida libre de ellos te ayuda a sacar a la luz todo tu potencial. “El miedo es a veces una ilusión desproporcionada, y cuando observas esa ilusión, esta desaparece”, afirma Gawdat.
LA TAREA DE HOY PARA SER MÁS FELICES
Prueba la guía de 7 pasos de Mo para acabar con el miedo…
Paso 1: Reconoce que tienes miedo
El primer paso, y el más importante, es aceptarlo. Tienes miedo. Todos lo tenemos. Muchas veces nos enseñan a mantener una actitud fría en lo referente a nuestras emociones pero, al hacerlo, a menudo repetimos antiguos patrones. El miedo tiene muchas caras. Puede convertirse en ansiedad, que nos hace proyectar nuestros miedos en el futuro; vergüenza, por miedo al rechazo; pesimismo, al pensar que el futuro será peor que el presente; incluso envidia, que nos hace creernos menos que los demás. Estas emociones, que surgen del miedo, tienen la capacidad de controlarnos, de mantenernos “a salvo” dentro de determinados comportamientos. Nos mantienen dentro de nuestra zona de confort y salir a explorar lo desconocido se vuelve muy complicado. Si admites que tú también tienes miedos, das el primer paso para liberarte y aprovechar todo tu potencial.
Si tienes problemas para admitir tus miedos, empieza haciéndote esta pregunta: ¿Te sientes libre?
"Si quieres hacer algo pero no eres capaz de hacerlo, entonces no eres libre," nos cuenta el experto en felicidad Mo Gawdat.
Paso 2: Entiende qué es el miedo
El miedo puede ser lo que nos mantiene “a salvo”, pero la realidad es que muchas de las cosas que nos dan miedo no son tan malas como parecen en nuestra cabeza. Piensa en las veces en las que te has encontrado con algo que te daba miedo. ¿Era tan malo como pensabas?
Lo más probable es que nadie te haya abucheado durante una presentación, por mucho que te hayas trabado. De adolescente, no sufriste una combustión espontánea al hablar con esa persona que tanto te gustaba. Si fuiste a esa fiesta en la que no conocías a nadie, lo único malo sería que te aburriste un poco o puede que hasta te fueras con un par de amigos nuevos. Incluso las amenazas reales son menos letales de lo que piensas. ¿Accidentes de avión mortales? Las probabilidades son menos de 1 en 3000 millones. Y la mayoría de arañas se quedan en su esquinita, más temerosas ellas de ti que tú de ellas. El mundo en el que vivimos, en general, es seguro.
Pregúntate cuándo fue la última vez que tu mayor miedo se hizo realidad. Porque, si tus peores miedos pasaran de verdad, hoy no estarías aquí.
Paso 3: Pon nombre a tus miedos
Todos tenemos miedo a algo Pero a veces nos asusta reconocerlo. Dejamos que la lista de todas las cosas que nos dan miedo se quede en el fondo de nuestra cabeza, controlando nuestras acciones y oportunidades. No las controlamos y les ofrecemos poder sobre nosotros. La próxima vez que estés asustado, mira al miedo de frente y ponle nombre. Miedo a hablar en público. A los tiburones. A las alturas. Al número 13. A los payasos. Sea lo que sea, dilo en voz alta.
Si te resulta difícil, admite que tienes un miedo más amplio: el miedo a afrontar tus miedos. Sé compasivo contigo mismo y admite que eres un ser humano con miedos.
Paso 4: Entiende los juegos de la mente
En el nivel más básico, nuestro cerebro desarrolló el miedo como mecanismo de defensa. Nuestros ancestros prehistóricos lo necesitaban para protegerse. El cerebro desarrolló la respuesta de lucha o escape para protegerse de depredadores y peligros para nuestra vida. En la actualidad, seguimos manteniendo esa reacción pero para los miedos actuales, que no son una amenaza para nuestra integridad física. ¿Has notado el corazón acelerado y los hombros tensos antes de dar una presentación importante? Ese es un ejemplo de respuesta de lucha o escape.
El miedo también surgió para protegernos del dolor, pero en determinadas ocasiones, el dolor puede ser necesario. Por ejemplo, para una atleta que entrena durante años para lograr una medalla de oro. Hubo dolor: músculos doloridos, tirones, ampollas en las manos. Pero también sabía que el dolor era una parte necesaria del entrenamiento, para crecer y mejorar, y tuvo que aprender a aceptarlo.
¿De qué otras cosas nos protege el cerebro? La amenaza de un dolor de tipo emocional es la base de muchos de nuestros miedos: a un desamor, al desengaño, a la humillación. Pero si podemos superar el dolor físico, ¿por qué no hacer lo mismo con nuestras emociones? Cuando aprendemos a superar el miedo, igual que una atleta supera el dolor en los músculos, empiezas a desatar tu auténtico potencial.
Una manera sencilla de entender de dónde procede ese miedo es hacerle preguntas. Profundiza más allá del mecanismo de defensa del cerebro. Pongamos que te da miedo hablar con desconocidos y estudiemos ese miedo paso a paso. Prueba a hacerte estas preguntas:
¿Qué te da miedo?
Me da miedo decir algo tonto delante de mucha gente.
¿Por qué te da miedo?
Me da miedo que me juzguen y me ridiculicen.
¿Y por qué te asusta?
Porque puede que me rechacen.
¿Y por qué te preocupa el rechazo?
…
Profundiza más hasta que encuentres la raíz de tus miedos. Una vez que la encuentres, siéntate con ella y nota su potencial. Y, luego, libéralo. Tendrás que hacerlo una y otra vez pero, cada vez que lo hagas, estarás más cerca de conseguirlo.
Paso 5: Comprométete
Una vez sepas cuál es tu miedo, atrévete a mirarlo de frente y desafiarlo. En ese momento decides si vas a dejar que te condicione o no. ¿Vas a vivir tu vida como quieres? Si quieres romper esos patrones, tienes que comprometerte a afrontar tus miedos.
Paso 6: Da el salto
Este paso es el más sencillo y a la vez el más difícil: hay que hacerlo. ¿Te dan miedo las alturas? Apúntate a una clase de escalada. ¿Te da miedo socializar? Acepta la invitación a la próxima fiesta. Y luego sal a la calle y ve. Antes de dar el salto, Gawdat tiene una lista de preguntas que recomienda responder, que llama El interrogatorio. Piensa en tu miedo y responde a estas preguntas:
¿Qué es lo peor que puede pasar?
Si vas a dar una presentación, la gente podría abuchearme.
¿Y qué?
¿Qué pasa si me abuchean hasta que me bajo del escenario? ¿Dejaré de existir?
¿Cuáles son las probabilidades de que de verdad ocurra?
¿Cuántas veces has visto ponentes horribles y cuántas veces has visto que les hayan abucheado?
¿Puedo hacer algo ahora para evitar que se produzca esa situación?
¡Sí! Ponte a preparar la presentación.
¿Podré recuperarme de ello?
Si de verdad se produce lo peor, no es el fin del mundo. Cuando nos ponemos en lo peor, creamos una suposición que tiene pocas probabilidades de convertirse en realidad.
¿Qué pasa si no hago nada?
¿Qué precio tiene mantener el statu quo? Dar un paso adelante puede ofrecerte increíbles oportunidades.
¿Qué es lo mejor que puede pasar?
Dale la vuelta a tu razonamiento: en vez de ponerte en lo peor, ponte en lo mejor. El coste de no hacer nada a menudo es mayor que el de afrontar tu miedo.
Paso 7: Ha llegado el momento
Se te acelerará el corazón, te sudarán las manos, pero cuanto más afrontes tus miedos, con el tiempo, será cada vez más fácil, hasta que no te acuerdes de haberlo tenido. Enhorabuena, has salido de tu zona de confort y te encaminas hacia una vida sin miedos y llena de potencial.
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