Todos los habitantes del planeta tenemos algo en común: todos vamos a morir algún día. No es algo en lo que nos guste pensar y definitivamente es algo que muchos tememos. La fobia que nos provoca tiene nombre: tanatofobia. En este artículo explicamos cómo enfrentarnos a nuestros miedos. Si los reconocemos y los analizamos, empezamos a entender por qué los tememos y cómo plantarles cara.
Pero no todo el mundo teme a la muerte. En algunas sociedades y culturas, los funerales están llenos de celebración. En vez de estar tristes por el fin de una vida (la idea del vaso medio vacío), se celebra lo que ha tenido lugar (el vaso medio lleno). Por ejemplo, en Nueva Orleans, hay un evento llamado “funeral de jazz” que, pese a concebirse como un homenaje para los músicos fallecidos, todo el mundo puede solicitar. El cortejo fúnebre, con una banda de música, empieza en la iglesia o el tanatorio con música triste, pero en cuanto el ser querido descansa en su tumba, la procesión adquiere un ritmo más animado. Un ambiente de fiesta llena las calles y se anima a los transeúntes a unirse y celebrar con el resto.
Nadie sabe si la muerte es de verdad el final, pero sí que sabemos que es el fin de nuestra vida en la tierra. Hay muchas frases famosas que nos recuerdan que tenemos que aprovechar cada momento, como el carpe diem en latín, que se traduce como aprovecha el momento. Sabemos que no es posible aprovechar cada momento, olvidarse de todo y vivir una vida guiada solo por nuestros deseos, porque tenemos responsabilidades, facturas que pagar y obligaciones (el suelo no se barre solo, ¿verdad?). Pero en su libro El algoritmo de la felicidad, Mo Gawdat comparte tres lecciones sobre la muerte que todo el mundo debería conocer. Al enfrentarnos a la muerte es cuando vivimos una vida feliz y completa.
Primera lección: La muerte es inevitable
No se puede luchar contra la muerte, pero sí que se puede aceptar el hecho de que un día moriremos. Dale la vuelta a esa idea: el hecho de que un día moriremos significa que hemos tenido la suerte de vivir en este mundo.
Segunda lección: La vida es ahora
Mo se refiere al principio y el final de la vida como las tapas de un libro, que nunca son tan importantes como la historia que contiene. ¿Cómo vivirías hoy si supieras que es tu último día? Puede que no estés tomando el sol en una playa de Bali, pero puedes esforzarte por disfrutar cada momento del día. Como dice Mo, si supieras que el almuerzo de hoy será el último, ¿te importaría si el camarero es maleducado o estarías demasiado ocupado saboreando cada bocado? Si estás en un atasco, ¿te dedicarías a darle a la bocina cabreado o subirías el volumen de la radio y te pondrías a cantar? No todos los días pueden ser perfectos, pero podemos encontrar la felicidad en los momentos más pequeños e insignificantes de cada día.
Tercera lección: La vida es de alquiler
Todos venimos al mundo sin nada y nos vamos sin nada. Las cosas materiales no son nuestras, solo las “alquilamos” durante nuestro tiempo en la tierra. Puede sonar triste, pero no tiene por qué serlo. La verdad es que nos puede resultar liberador. “Si no tengo nada, no puedo perder nada”, escribe Mo. “Cuando algo sale de mi vida, deja espacio para cosas nuevas”. Nada dura para siempre, solo podemos disfrutar del fluir de la vida, saborear los buenos momentos y aprender de los malos.
LA TAREA DE HOY PARA SER MÁS FELICES
Piensa en todas las experiencias que te gustaría disfrutar antes de morir. Anímate a crear una “lista de tareas para la vida” que te ayude a aprovechar cada momento. ¿Siempre has querido completar el camino Laugavegur en Islandia, dormir una noche bajo las estrellas en el desierto del Sáhara o pedir un deseo en la Fontana di Trevi? Llena tu lista de experiencias maravillosas que estás deseando vivir. Ahora, elige una y ponte a planificarla para hacerla realidad este año. Recuerda: solemos soñar con las cosas que nos gustaría hacer, pensando que siempre tendremos tiempo, pero en realidad no podemos estar seguros de ello. Vive cada día como si fuera el último.
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