Bienvenidos a Historias a flor de piel. En esta serie de artículos hablamos con mujeres reales sobre sus rostros igualmente genuinos.
Muchas personas nos sentimos inseguras en nuestra piel y, seguramente, pensamos que no está a la altura de los poco realistas estándares de la industria de la belleza. Creemos que ha llegado el momento de hablar sobre lo que significa tener una piel y un rostro auténticos. Hoy hablamos con Rose Gallagher, maquilladora y periodista. Esta es su historia y la de su rostro.
¿Nos puedes hablar de tu experiencia con la rosácea?
Nunca le había prestado demasiada atención a la piel del rostro porque, desde que tengo recuerdos, siempre he tenido la cara roja. Un día, un compañero periodista me recomendó que viera si era rosácea. Fui a un dermatólogo y me cambió por completo la rutina. Pasó a ser mucho más sencilla y eso fue un punto de inflexión. Notaba la piel mejor, con mejor aspecto, y me di cuenta de que podía reducir las rojeces y gestionarlas.
¿Cómo te sentiste al enterarte de que tenías rosácea?
La verdad es que me sorprendió mucho porque no me di cuenta de que las rojeces que siempre había tenido podían ser una enfermedad o algo concreto y, por supuesto, nunca pensé que podía cambiarlo. Cambió por completo mi forma de ver las cosas.
¿Ahora qué haces para cuidarte el rostro?
Mi filosofía respecto al cuidado del rostro es que con unos pocos pasos conseguirás mejores resultados. Antes pensaba demasiado en ello y usaba de todo para lograr buenos resultados. Pero la constancia y la sencillez son clave y noto que, cuando me ciño a lo sencillo, mi piel logra tener el mejor aspecto.
¿Qué buscas en tus productos para el cuidado del rostro?
Ingredientes hidratantes, porque las rojeces y la rosácea tienden a ser bastantes secas de manera natural. Cosas como el ácido hialurónico, que es un ingrediente que retiene la hidratación para que dure durante todo el día. Las cremas nutritivas son estupendas. Todo lo que ayude a fortalecer la barrera de la piel.
¿Para ti el cuidado del rostro es una manera de cuidarte de manera mindful?
Sin duda. Lo que me encanta de cuidarme el rostro es que es una pausa de cinco minutos donde sabes que has terminado el día y en la que puedes cambiar el chip y empezar a relajarte. Creo que ver tu rutina como una manera consciente de hablarte bien y de dedicar esos momentos a mimarte es algo fundamental. No se puede subestimar su poder.
¿Qué te animó a empezar a hablar sobre tu rosácea?
Cuando empecé a compartir mi historia, me di cuenta de que es algo que impacta a la gente muy profundamente. Hablé hace poco con una mujer cuyo hijo está a punto de casarse y que estaba tan acomplejada que no quería ir a la boda. He hablado con muchísimas mujeres que nunca se desmaquillan delante de sus maridos antes de dormir. Cuando no te sientes cómoda en tu piel, notas cómo afecta a muchos aspectos distintos de tu vida. Creo que hay que tomárselo en serio cuando alguien no se siente bien consigo mismo.
¿Qué te gustaría que supiera la gente sobre la rosácea?
Que va a estar todo bien. Es algo que se puede gestionar y reducir. No tiene que controlar toda tu vida. Consulta con un profesional, porque cada piel es un mundo, y te dará una rutina diaria de cuidado del rostro para que la piel esté lo más cuidada posible. Además, siempre se recomienda tener un diario y llevar un registro de cosas como lo que comes, el tiempo que hace o tu nivel de estrés. Así puedes empezar a identificar patrones.
¿Cuáles crees que son las ideas más equivocadas respecto a la rosácea?
Hay muchas, como que el problema es no limpiar la piel correctamente, que no comes lo que debes o que has bebido demasiado. Lo cierto es que nada de eso es verdad. Pero, además, la rosácea es muy impredecible. Cuando tienes un brote, no tiene que ser por algo que hayas hecho mal.
¿Cómo ha cambiado tu relación con la piel con el paso del tiempo?
Mis rojeces nunca me han impedido hacer nada porque el maquillaje siempre ha sido mi gran aliado. Pero he aprendido a hacer las paces con ellas. Me encanta la idea de neutralidad cuando hablamos de la piel. Mis rojeces no tienen por qué gustarme, pero puedo llegar a un punto en el que no me molesten tanto y pueda seguir con mi día, tanto si estoy roja como si no.
¿Ahora cuál es tu estrategia en relación al maquillaje?
Con los años, mi estrategia con el maquillaje ha pasado de usarlo solo para que mi rostro y mi piel resultaran menos evidentes a disfrutar del proceso de llamar la atención y potenciar mis mejores rasgos. Puedes tener una actitud “skin positive” y seguir disfrutando del maquillaje. Lo veo como algo que me puede aportar alegría.
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