Desear. A menudo se asocia con el idealismo y la ingenuidad de la infancia o los cuentos de hadas, por lo que cuando somos adultos enseguida dudamos o descartamos la posibilidad de desear de cara a los demás. Pero, por dentro, todos (seguimos) teniendo deseos… sueños que mantenemos cerca de nuestros corazones siempre anhelosos.
Desear es una tendencia humana natural. Y puede ser una forma muy bonita de mantener viva nuestra esperanza. Pero según el estudio de la Universidad de Scranton en los Estados Unidos, el 92 % de las personas que se fijan objetivos cuando comienza un nuevo año nunca llegan a alcanzarlos.
Entonces la pregunta que surge de forma natural es: si la naturaleza del ser humano es desear… ¿cómo podemos convertir los deseos en acciones? ¿Cómo podemos utilizar nuestra predisposición por los deseos y convertirlos en realidad?
Muchas tradiciones ancestrales esconden secretos o lecciones sobre la manifestación, pero pueden resultar difíciles de entender, interpretar y poner en práctica. Así pues, vamos a inspirarnos en esta sabiduría, exponiendo los conceptos de forma clara y sencilla.
Los deseos empiezan con la contemplación interior
El primer paso para desear es preguntarte: ¿qué es lo que realmente quiero? ¿Mis deseos son realmente acordes a mis valores y principios interiores, y a las cosas que yo considero importantes?
Es fundamental (para que se hagan realidad) que los deseos sean afines a tus creencias básicas.
En ocasiones, acabamos deseando algo que realmente no queremos. Quizás nuestro deseo es fruto de la presión familiar, los valores culturales o la necesidad de gustar a los demás. Pero, en tal caso, una parte de tu “yo interior” siempre se resistirá e incluso te saboteará para que el deseo no se haga realidad. ¿Por qué? Porque no es lo que TÚ realmente quieres.
Por lo tanto, antes de empezar a desear, relájate y haz una pausa. Piensa cuál es realmente tu aspiración. Si se ajusta a tus creencias y valores fundamentales, te comprometerás mucho más, interiormente, para que se haga realidad.
Los deseos deben incluir la capacidad para visualizarlos interiormente
Visualización. Un ingrediente esencial para todos los expertos en “hacer sueños realidad”. Si no puedes visualizar tu deseo materializándose en tu vida, probablemente no pasará. Tenemos que ser capaces de “ver” el resultado final con claridad y convicción.
Pero me gustaría ir un paso más allá. Por eso he titulado este apartado “visualización interior”, en vez de “visualización”.
La visualización interior no es solo ser capaz de ver algo materializarse. Es una visión interior a largo plazo que marca tu camino. La visualización interior requiere paciencia y tiempo. Es una convicción interior y el hecho de entender que los deseos no se hacen realidad de la noche a la mañana. Debemos seguir un camino. Y este camino requiere que ajustemos nuestra visión a largo plazo a nuestros objetivos y acciones a corto plazo.
En el libro La hipótesis de la felicidad: la búsqueda de verdades modernas en la sabiduría antigua, Jonathan Haidt escribe:
"Los psicólogos Ken Sheldon y Tim Kasser han descubierto que las personas felices y sanas mentalmente presentan un mayor nivel de ‘coherencia vertical’ entre sus objetivos; es decir, los objetivos de nivel superior (a largo plazo) y los objetivos de nivel inferior (inmediatos) encajan a la perfección, por lo que perseguir los objetivos a corto plazo avanza la persecución de los objetivos a largo plazo”.
En otras palabras, cuando tengas un deseo a largo plazo, intenta crear pequeños pasos accesibles para alcanzarlo. Y entiende que tu deseo puede requerir paciencia y unas cuantas curvas tortuosas antes de alcanzarlo.
La paciencia y la flexibilidad son dos cosas que no suelen darse demasiado bien a los seres humanos.
Los deseos deben invitar a la interacción
Eres humano. Estás destinado a recurrir a viejos hábitos, miedos y patrones para procrastinar o perder la motivación. Por eso, no debes mantener tus deseos encerrados en un baúl, en algún lugar de tu corazón.
La interacción es increíblemente valiosa y te ayudará a fijar dos cosas: un ciclo de feedback y consejeros de confianza.
Un ciclo de feedback es alguien en quien confías, un coach o “compañero de responsabilidades” que conoce tus objetivos a corto plazo y tu visión a largo plazo, y te ayudará a mantenerte responsable y leal. Cuando vaciles o pierdas temporalmente la fe en tus deseos, te ayudará a volver a encontrar tu camino.
Los consejeros de confianza son las personas a las que acudes en busca de consejo y orientación, personas que van por delante de ti en el camino, que ya están viviendo la vida que tú deseas. Pueden ser de gran ayuda para proporcionarte inspiración, sabiduría y conocimientos periódicamente.
Así que aquí estamos. Desear es el principio de la magia. Pero como la magia, desear con éxito requiere un conjunto de habilidades que debemos practicar y dominar. De lo contrario, perderemos la fe en nuestro potencial humano y nuestra capacidad para convertir los deseos en realidad. No necesitamos un genio que nos conceda nuestros deseos. Simplemente necesitamos encontrar nuestra claridad y visión interiores, y rodearnos de “genios” reales, nuestra tribu o comunidad de personas que nos apoyan y creen en nosotros.