La vida se puede definir como una serie de retos. Algunos retos son más largos que otros, pero en el fondo (como ya sabemos aunque a menudo nos resistamos) todo cambia.
Muchos maestros espirituales afirman que los retos diarios o periodos de transición son grandes oportunidades de crecimiento: oportunidades para poner en práctica la liberación, el desapego, la sinceridad con uno mismo y la conciencia. Se nos pide que reflexionemos sobre lo que el reto nos pide y que nos identifiquemos con él en consecuencia. Nos adaptamos al cambio e intentamos buscar una forma sana de hacer frente al cambio.
Según la gravedad y la naturaleza de la transición, adaptarnos nos puede resultar sencillo o realmente complicado. Mi maestro solía decir que en épocas de grandes dificultades y cambios “Tienes que fluir como el agua. Aprender a liberarte para fluir con la situación”. Es más fácil decirlo que hacerlo, lo sé. A veces nos sentimos paralizados, bloqueados, pesados y resistentes como una roca. Y no fluimos como el agua.
Pero todo mejora con la práctica.
Por lo tanto, la pregunta es: ¿cómo podemos practicar y prepararnos para los grandes retos de nuestra vida?
Tomar conciencia de los retos de cada día
Una técnica que mi maestro solía explicarnos es tomar conciencia de los pequeños retos más sencillos por las que pasamos todos los días y adaptarnos a ellos conscientemente. De esta forma, estamos practicando constantemente cómo afrontar el reto, cómo liberarnos, cómo adaptarnos a las transformaciones y los cambios de nuestra vida.
Por ejemplo, cada mañana pasas de estar dormido a estar despierto. Pasas del descanso a la actividad. ¿Cómo respondes a esta transición? ¿Simplemente deprisa y corriendo? ¿Te suena familiar esta historia? Sales de la cama medio aturdido, te duchas, te vistes, te tomas el café, coges las llaves y sales por la puerta. Quizás sí. Quizás no. Pero lo importante es reflexionar sobre cuánta conciencia prestas al reto, cada día.
Otro ejemplo es nuestra transición del día a la noche, de nuestras vidas laborales activas a nuestro tiempo de descanso por la noche. ¿Cómo marcamos esta transición? ¿Qué nos pide la transición? ¿Somos conscientes de ello?
Cómo el yoga puede ayudarte a hacer frente a las transiciones
Para mí (y para muchas otras personas), el yoga es una forma fantástica y muy potente de cultivar la conciencia a través de esos momentos de transición, y una herramienta muy útil a la hora de comprender cómo debemos identificarnos con cada transición de forma distinta. En función del cambio, puede pedirnos algo completamente distinto. ¿Pero qué quiero decir con todo esto? ¿Cómo podemos aplicarlo a nuestra vida diaria?
Creo que dividir las cosas en pasos es útil. Empecemos con tres pasos.
- En primer lugar, simplemente tomas conciencia de la transición.
Por ejemplo, te detienes un momento cuando te despiertas y dices: “Estoy pasando de la noche a la mañana”. - En segundo lugar, reflexionas sobre lo que la transición te está pidiendo.
Volvemos a recurrir al ejemplo de la mañana: "Tengo que pasar del descanso a la actividad. Necesito generar energía dinámica y que me permita estar alerta”. - Y, en tercer lugar, realizas tu sesión de yoga correspondiente.
Quizás lo más adecuado para esta transición por la mañana (de la noche al día) es empezar de forma suave y lenta (respetando tu cuerpo y el tiempo que necesita para despertarse) y generar energía progresivamente para que al final de la sesión te sientas revitalizado y listo para empezar el día.
Podemos hacer los mismos pasos para otras transiciones a lo largo del día. Otra transición impactante tiene lugar cuando pasamos del día laboral a la noche relajante. ¿Cómo podemos honrar esta transición con nuestro entrenamiento? ¿Qué tipo de entrenamiento es apropiado?
Todas estas preguntas nos han inspirado para elaborar dos sesiones de yoga especialmente para ti que te asistirán y te ayudarán con las transiciones diarias.
Cultivando esa conciencia y empezando a marcar las transiciones con actividades como el yoga nos identificamos con el cambio de una forma nueva y distinta, con una mayor conciencia, aceptación y respeto.
Quizás estemos empezando a cultivar la capacidad para fluir como el agua…