Cuando empezó la pandemia del Covid-19, dijimos adiós a la vida tal y como la conocíamos. Fue una época difícil, a veces llena de miedos, pero que trajo también inesperadas cosas positivas. Para muchos fue una oportunidad para reevaluar lo que de verdad importa en la vida y apreciar los momentos que aportan una alegría sosegada.
Por eso, para muchos de los que no luchábamos directamente con el virus, la vida se hizo más sencilla. Como nos teníamos que quedar en casa, nuestros mundos se hicieron más pequeños y manejables. Algunos de los objetivos diarios en los que nos centrábamos antes (las tardes de compras o las noches de fiesta) perdieron su relevancia. Lo que nos quedó, sin tener ninguna otra opción, fue una vida mucho más casera.
No tenía sentido comprarse otro par de zapatos porque nos pasábamos el día en casa, así que en su lugar nos compramos puzles. Al no tener que desplazarnos para trabajar, encontramos el tiempo necesario para cocinar más y, como los gimnasios estaban cerrados, empezamos a correr por el parque. Encontramos el gusto por los cambios pequeños y sencillos: en las redes sociales la gente empezó a compartir lo felices que eran al descubrir la repostería, la jardinería o las manualidades.
Muchas personas tuvimos más tiempo para pensar y reflexionar, más espacio para vivir con autenticidad y un nuevo sentimiento de gratitud por la salud y las relaciones con el resto. Todo el esfuerzo que dedicábamos antes a tener éxito, con madrugones y noches sin dormir, empezó a parecernos agotador y nos preguntamos cómo lo habíamos aguantado tanto tiempo.
“El confinamiento nos demostró lo que los estudios sobre la felicidad habían sugerido ya antes de la pandemia: que algunas de las cosas que hacíamos eran malas para nuestro bienestar, especialmente cuando hablamos de desplazarse al trabajo y de la conciliación de la vida laboral y familiar”, afirma el doctor David Tross, que investiga el tema de la felicidad. “Parece que la gente ha reevaluado sus vidas”. De hecho, una encuesta ha determinado que tres de cada cinco empleados en el Reino Unido hicieron planes para cambiar de trabajo o volver a formarse durante el primer año de la pandemia. Rituals ya escribió sobre ello en el artículo Cómo saber si necesitas un cambio en tu vida que puedes leer aquí.
Fue un punto de inflexión que vino bien a mucha gente. “Creo que nos estábamos dirigiendo a un lugar bastante peligroso en el que el ahora ya no importaba”, afirma Linda Blair, psicóloga clínica y autora de The Key to Calm. “Nos centrábamos en avatares online de nosotros mismos y no dejábamos de hacer planes para el futuro, descuidando el presente. No es que le desee una pandemia a nadie, pero sí que es una buena ocasión para recuperar el equilibrio”.
El confinamiento empieza a ser un recuerdo lejano y volvemos a enfrentarnos a muchas de las cosas que reclamaban nuestra atención y nuestro tiempo antes de él. A medida que nos adentramos en esta nueva normalidad, reflexionamos sobre cómo podemos retener lo que aprendimos durante el confinamiento y a disfrutar de la apacible alegría que nos ayudó a descubrir esa circunstancia.
Da prioridad al tiempo de calidad
“Las relaciones y las conexiones sociales son fundamentales para nuestra felicidad”, explica Tross. El confinamiento nos forzó a pasar más tiempo con nuestros seres queridos, ya fuera comiendo siempre juntos, llamándonos con más frecuencia o dando paseos, viendo una peli o jugando a juegos de mesa en compañía. Pese a que el cuidado de los hijos fuera especialmente difícil, los padres también han notado que las relaciones con sus hijos mejoraron en 2021 respecto a principios de 2020, según un estudio de la Universidad de Essex.
La importancia de la naturaleza
Al no poder vernos en interiores, nos acostumbramos a usar los espacios abiertos para hacer ejercicio, desconectar y cuidar de nuestra salud mental. De hecho, el tiempo que pasamos en el exterior está muy vinculado con la felicidad: “Mi investigación demuestra que la naturaleza aporta muchas cosas positivas”, afirma Tross. “Por ejemplo, ver un paisaje bonito o estar cerca del mar aporta una sensación de fascinación y de conexión con el mundo natural. La gente ha tenido fuertes reacciones físicas y emocionales, algo que es muy importante”.
Pero para disfrutar de los efectos positivos no necesitas un paisaje espectacular. “La gente menciona placeres tan sencillos como mirar unas flores”, afirma Tross. “La naturaleza tiene algo que hace sentirnos más felices, más sanos y conectados. Si pensamos en los trabajos más felices, todos aquellos en los que se está en contacto con la naturaleza suelen ser muy populares, incluso si no están muy bien pagados, como la agricultura”.
El mito de la productividad constante
Encuentra momentos para disfrutar de una apacible alegría que no se vean eclipsados por las responsabilidades diarias. “Cada semana, asegúrate de hacer al menos una cosa que no tenga otro propósito que hacerte feliz”, recomienda Blair. “Y dedica al menos dos horas a la semana a no hacer nada”.
Puede que necesites decir que no a cosas que te piden los demás, algo que no siempre es fácil. No te compliques ni des demasiadas explicaciones, recomienda: “Si les das un motivo, les ofreces en bandeja una manera de convencerte para cambiar de opinión. Di que no de manera amable, simplemente di que estás ocupado. Si se trata de algo que causará demasiadas complicaciones a alguien, puedes ofrecer una fecha alternativa”.
Apuesta por lo local
Al no poder viajar, muchos descubrimos lo mucho que nos gusta el lugar en el que vivimos. “El gobierno de Reino Unido hace una encuesta anual sobre la vida en comunidad donde pregunta qué opina la gente de su barrio, si se siente integrado y si habla con los vecinos”, afirma Tross. “Todos esos índices mejoraron durante la primera parte de la pandemia. Había una mayor sensación de confianza, de interdependencia y de estar más conectados a nivel local. Esa mayor apreciación de lo que ocurre a tu alrededor es clave para la felicidad, igual que prestar más atención a lo cercano y lo local”.
Si todavía sigues trabajando desde casa ocasionalmente, no te olvides de interactuar con tus vecinos y comerciantes locales, para mejorar tu bienestar. La pandemia también nos ayudó a ser más altruistas: la ONU informó de que más gente se estaba animando a trabajar como voluntario en alguna causa solidaria, sobre todo a nivel local. “Los voluntarios suelen tener un mejor nivel de bienestar”, afirma Tross. Dedicar tiempo a hacer el bien también después de la pandemia podría ser bueno para ti.
Despierta la creatividad
Una encuesta de 2000 adultos en marzo de 2021 indicó que más de un tercio de nosotros empezó un hobby durante el confinamiento y, en muchos casos, se trata de algo creativo, como la repostería, la fotografía o la escritura. Esto, según Tross, está ligado con la famosa investigación del psicólogo húngaroamericano Mihaly Csikszentmihalyi, que defiende que el secreto para una vida feliz es llenarla de “actividades con flow”.
“Flow hace referencia a estar presente en el ahora pero tiene que cumplir una serie de condiciones”, explica Tross. “No es algo pasivo, sino que aparece cuando nos esforzamos en alguna actividad. También el mero hecho de mejorar nuestras habilidades tiene algo de satisfactorio. Cuando la gente habla de lo mucho que le gusta el arte, la poesía o la cocina, puede tratarse de algo parecido a la idea de flow”.
Si quieres disfrutar del flow creativo en tu vida, apuesta por actividades que amplíen tus habilidades, que te mantengan con concentración y logren que te olvides de mirar el reloj.
Trabajar juntos en la alegría sosegadas
Si te preocupa que tu vida vuelva a los mismos derroteros de antes del confinamiento, busca la ayuda de tus amigos o de tu pareja, sugiere Blair: “Preguntaos cada semana qué habéis hecho para reducir el ritmo y si habéis hecho algo sin un objetivo concreto. También podéis acordar un momento para hacer algo juntos, como ir a nadar, a pasear o hablar por teléfono.
Invierte en experiencias, no en cosas
Muchas de las cosas que solíamos comprar perdieron su significado durante el confinamiento: no tenía sentido comprar un coche nuevo que no ibas a poder sacar del garaje o un nuevo bolso que solo podías ponerte en casa. Tross afirma que artículos como esos no son la mejor manera de invertir nuestro dinero. “Comprarte unos vaqueros nuevos puede que te aporte un subidón momentáneo, dentro de lo que llamamos la terapia de las compras. Pero esa sensación no dura mucho, como pasa con otras compras relacionadas con el estatus, como coches o casas. Para ser más felices a largo plazo, deberíamos gastar nuestro dinero en experiencias y en cosas que mejoren nuestras conexiones con los demás”.
Sí que merece la pena ahorrar para unas vacaciones, pero se trata de disfrutar del momento, no del número de likes que reciben tus fotos en las redes sociales.
No te olvides de la gratitud
Al darnos cuenta del sufrimiento derivado de la pandemia, muchas personas sentimos mucha gratitud por lo que tenemos. Es una respuesta frecuente ante las adversidades: se ha demostrado que inmediatamente después de los atentados del 11S, la gratitud era la segunda emoción más frecuente después de la compasión. La gratitud es un factor importante de la felicidad, porque mejora la autoestima, nos ayuda a gestionar el estrés y fortalece los vínculos sociales.
Para alcanzar esta alegría, necesitamos sentir gratitud. “Cada noche, antes de dormirte, piensa en lo que ese día ha salido bien”, recomienda Blair. “Puede que sea algo tan sencillo como que dejara de llover a tiempo para dar una vuelta durante la pausa para comer. Lo que de verdad importa son los pequeños detalles”.